Desde hace innumerables siglos la especie humana ha evolucionado desarrollando determinadas características con el fin de lograr la supervivencia. Por este motivo, los niños ya nacen predispuestos a cubrir determinadas necesidades: fisiológicas, de protección ante el peligro, de jugar y de establecer vínculos afectivos entre otras. El establecimiento de los vínculos afectivos ya forma parte del proyecto del recién nacido. Si el niño consigue establecer un apego fuerte y seguro será capaz de mantener relaciones saludables en un futuro. Si por el contrario existe una ausencia de apego, o éste es muy pobre, en fases posteriores (adolescencia o adultez) el niño probablemente sufrirá carencias emocionales.
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo afectivo y emocional más profundo e íntimo que establece el niño con sus cuidadores más cercanos. Dicho apego es el mecanismo innato que tiene el niño para garantizar su seguridad y protección.
En la más temprana infancia el niño consigue llamar la atención de sus cuidadores mediante el llanto. Más tarde, cuando el niño adquiere el lenguaje verbal y otras capacidades motoras más sofisticadas lo hace por otros medios y no necesita recurrir con tanta frecuencia al lloro.
Algunas de las características más importantes de dicho lazo afectivo son las siguientes:
- Es una relación duradera en el tiempo, suele ser permanente durante toda la vida de la persona. Por otro lado también se trata de una relación que suele ser estable y consistente a lo largo del tiempo.
- El apego produce seguridad, consuelo, agrado y placer.
- La pérdida o amenaza de la figura de apego provoca en el niño una sensación de profunda e intensa ansiedad.
Tipos de apego
Existen tres estilos de apego que se pueden establecer entre el cuidador y el bebé:
- Apego seguro. Los niños con un estilo de apego seguro son aquellos que tienen cuidadores sensibles a sus necesidades y por eso tienen la tranquilidad de que en cualquier momento pueden socorrerlos ante cualquier adversidad . Los niños con un apego seguro exploran de forma tranquila y activa el ambiente, tanto si se encuentran solos como si está presente la figura de apego. Existe la ansiedad por separación del cuidador y un alivio en el reencuentro. Se trata de niños cooperativos y sociables con los desconocidos cuando la madre está presente.
- Apego evitativo. Los niños con un apego evasivo suelen mostrar desinterés respecto a la presencia de los padres. Además también existe poca o nula ansiedad ante la separación del cuidador. Estos niños manifiestan inseguridad y poca confianza de ser ayudados por los demás ante una posible amenaza. Por este motivo suelen preferir mantenerse alejados de los otros. Aceptan ser reconfortados por extraños aunque también pueden ignorarlos. Este tipo de apego suele aparecer ante madres o cuidadores lentos en las respuestas a las necesidades de los niños y dichas respuestas suelen ser frías o poco afectuosas.
- Apego ansioso-ambivalente. Los niños que presentan un apego ansioso ambivalente manifiestan una fuerte ansiedad ante la separación del cuidador. Sin embargo, estos niños se caracterizan porque no logran calmarse cuando el cuidador vuelve. Generalmente, la madre no logra tranquilizar al niño ya que se muestra molesto por el abandono. Los niños con este estilo de apego suelen mostrarse extremadamente cautelosos ante los desconocidos, incluso en presencia de la figura de apego. Además, con frecuencia entremezclan conductas de apego (afectivas) con comportamientos de enfado y resistencia debido a la inconsistencia o incoherencia de las respuestas de sus cuidadores.
¿Qué importancia tiene el apego en el futuro del niño?
El establecimiento de un buen vínculo afectivo en la más temprana infancia tiene importantes repercusiones en la vida futura del niño. Básicamente, la idea clave del apego seguro es que la dependencia conduce a la independencia. Es decir, un niño que se muestra muy dependiente de sus cuidadores cuando es un bebé y sabe que puede contar con ellos, con el tiempo se irá convirtiendo en una persona autónoma e independiente.
Por otro lado, también es importante ser conscientes de lo que puede ocurrir en el caso de que se establezca un tipo de apego inseguro (evitativo o ansioso-ambivalente). Por un lado estos niños pueden volverse enormemente dependientes (exasperándose cuando los cuidadores se alejan) o indebidamente independientes (ni si quiera prestan atención a los padres). Por otro lado, los niños con un apego inseguro generalmente suelen presentar problemas de ansiedad, rabia o depresión en la edad adulta. Asimismo son niños que pueden desarrollar problemas de agresividad y hostilidad y con frecuencia presentan dificultosas interacciones con los iguales.
Por los motivos expuestos, se llega a la conclusión de que establecer un buen vínculo afectivo entre el cuidador y el bebé desde el principio resulta imprescindible para el buen desarrollo del niño. De este modo, es importante ser conscientes de que el lazo afectivo que une a padres e hijos es más relevante y necesario de lo que nos damos cuenta.