A menudo se habla de que los profesores, tanto en la escuela como en la universidad, pueden tenerte manía o enchufe. No obstante, mucha gente afirma que eso no es cierto, que el profesor percibe a todos los alumnos por igual, pero en realidad no es así. Los profesores, como cualquier otra persona corriente, tienen opiniones, realizan juicios de valor y tienen preferencias y consecuentemente expectativas.
Además, en numerosas ocasiones la gente afirma que tiene un peor rendimiento en la asignatura en la que se supone que el profesor le tiene manía y al revés, que obtienen un mejor rendimiento cuando el profesor les tiene enchufe. Ambas opciones pueden explicarse por la presencia del Efecto Pigmalión.
¿Qué es el Efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión es el suceso que describe cómo las expectativas de una persona pueden llegar a influir en el rendimiento de otra. Por lo tanto, puede afirmarse que se establece una relación directa entre las expectativas que tiene un sujeto sobre el otro y el rendimiento de éste último.
El Efecto Pigmalión está íntimamente relacionado con la profecía autocumplida. La teoría de la profecía autocumplida se basa en que cuando tenemos una creencia sobre alguien, ésta acaba cumpliéndose. Al tener una expectativa sobre una persona, intentamos comportarnos de acuerdo a esa expectativa y eso acaba provocando que se cumpla.
El Efecto Pigmalión puede darse principalmente en tres ámbitos distintos: social, laboral y educativo. No obstante, en el presente artículo únicamente nos centraremos en el ámbito educativo.
Origen del Efecto Pigmalión
El término de Efecto Pigmalión fue propuesto por el psicólogo Robert Rosenthal a raíz de un experimento que realizó junto a Lenore Jacobson en 1965. Dicho experimento, se llevó a cabo en una escuela californiana y consistió en dar información falsa a los profesores sobre las cualidades y el potencial de sus alumnos. Concretamente, lo que se hizo fue comunicarles a los profesores que se les había pasado un test de inteligencia a los estudiantes y que había algunos (un grupo seleccionado al azar) que destacaban por encima de los demás y que poseían un potencial intelectual muy alto.
El objetivo del experimento era comprobar si los profesores, al saber que ciertos niños presentaban un gran potencial intelectual, los ayudarían más y consecuentemente éstos sacarían mejores calificaciones. Por este motivo, tras dar la información a los profesores se evaluó a los niños tras cinco, ocho y veinte meses.
Los resultados del experimento realizado en la escuela de San Francisco mostraron que los alumnos calificados de poseer un gran potencial (que en realidad habían sido escogidos al azar) obtuvieron resultados superiores en los test de inteligencia posteriores (a los cinco, ocho y veinte meses) de lo que se cabía esperar. Dicho de otro modo, los autores concluyeron que los alumnos obtenían mejores resultados cuando los profesores esperaban más de ellos.
Finalmente, los investigadores concluyeron que las expectativas infladas que tenían los profesores sobre estos alumnos influyeron notablemente en el comportamiento que tenían con ellos (les ayudaban más y les prestaban más atención por ejemplo). Por este motivo, los alumnos consiguieron entender mejor los conceptos y prosperar por encima de los otros estudiantes a nivel intelectual.
Aspectos a tener en cuenta sobre el Efecto Pigmalión
Tras haber visto lo que es el Efecto Pigmalión y cómo se comprobó que existía, es importante hablar de la utilidad que tiene este efecto en el día a día. Dicho efecto puede comportar consecuencias positivas o negativas para los alumnos y los niños en general. Por este motivo, es importante ser conscientes de que existe y tomar las medidas necesarias para darnos cuenta de cómo tratamos a los niños y qué expectativas tenemos de ellos.
Es fundamental que las personas que tratan con niños, tanto profesores como padres, hagan un ejercicio de autoexploración en el que descubran qué expectativas tienen y como se comportan con ellos. Resulta de notable importancia que los padres o profesores sean conscientes del modo en el que se expresan, de cómo realizan las afirmaciones o preguntas, de qué clase de comentarios realizan, de qué actitud tienen con los niños y de qué tono de voz utilizan. De este modo ayudarán a permitir que el niño saque partido de sus propios recursos, que se motive, que intente superarse a sí mismo y que mejore su autoestima.