Cada vez son más niños y adolescentes los que juegan al videojuego Fortnite y es que parece que cause adicción porque una vez que los niños y niñas comienzan a jugar ya no quieren parar más. Concretamente en la actualidad existen alrededor de 125 millones de jugadores y casi todos en la edad de entre 12 y 18 años. Este videojuego a superado a todos ya que ha conseguido no solo que la gente pruebe el juego si no que se enganche a él. En el presente artículo pretendemos detallar información importante en relación al juego y a los límites que deberían establecer los padres en base a él.
¿En qué consiste el juego?
Para los que no sepáis de qué trata, el juego es muy simple. Cien jugadores aparecen en un tablero y tienen como objetivo sobrevivir para aguantar hasta el final. Para conseguirlo deberán luchar contra los otros jugadores ya que solo 1 podrá quedar el último. Si habéis visto la película de los juegos del hambre seguramente observareis algunas similitudes y veréis parecidos entre ambos. Existen diferentes modos de juego: solo, en pareja o en escuadrones de hasta cuatro personas. Las partidas suelen durar entre 20 y 30 minutos. El juego consiste en luchar contra otros y matarlos pero no hay sangre. Fortnite no utiliza imágenes de violencia explícita como otros juegos del mismo estilo.
¿Por qué es tan adictivo?
Uno de los aspectos por el que los expertos han dicho que atrae tanto es por la estimulación visual y atencional que supone. Los gráficos son de alta calidad y la exposición de colores es muy potente. Para niños pequeños o incluso para adolescentes estos estímulos visuales tan atractivos provocan satisfacción. Además, el juego también ofrece muchas variabilidades y modalidades que permiten al jugador explorar un mundo de posibilidades. Además, el juego ofrece la perfecta combinación de la estrategia con la construcción. Los niños deben aprender cosas sobre cómo sobrevivir con diferentes materiales.
Otro aspecto que se suma a ello es la gratuidad del juego y con ello la fácil accesibilidad a él.
Riesgos del videojuego
La expansión de Fortnite ha sido masiva y en un periodo de tiempo muy corto. Eso ha provocado que los profesionales de la salud mental hayan detectado un incremento de pacientes que juegan a Fortnite y que eso les ha llevado problemas. Muchos psicólogos infantiles de alrededor del mundo han observado que hay niños y niñas que tienden a obsesionarse con el juego hasta el punto de levantarse por la ncohe a escondidas para jugar con él y mostrar conductas violentas hacia los miembros de la familia cuando se les indica que deben terminar de jugar.
Recomendaciones
Aunque los padres no deseen que su hijo juegue al videojuego hay ocasiones en las que la elección no está en su mano porque se ha extendido tanto el juego que puede ocurrir que todos los niños del entorno de su hijo jueguen y él no. Esto puede provocar rechazo ya que probablemente todos los amiguitos se pasarán el rato de patio comentando acerca del juego y el hijo que no juega no podrá participar y se sentirá poco a poco cada vez más excluido. Para que esto no ocurra, aunque los padres se manifiesten en contra del juego, deberían dejarle jugar siempre poniendo los límites adecuados y siendo constantes en esos límites.
El psicólogo Leonard Sax afirma que no debería jugarse al Fortnite más de 40 minutos entre semana y no más de una hora los fines de semana. No obstante, desde Apsis opinamos que el uso de los videojuegos entre semana debería estar más restringido y limitar su uso únicamente a los fines de semana. Además, puede utilizarse el juego como moneda de cambio por buen comportamiento, por hacer caso y obedecer o por sacar buenas notas en el colegio.
Resulta relevante afirmar también que los videojuegos por si solos no son un problema. El problema se genera cuando no se hace un correcto uso y una adecuada gestión de ellos. También cuando los niños que juegan a dichos videojuegos tienen predisposiciones a padecer sintomatología mental grave. La mayoría de chicos y chicas que desarrollan patología mental a partir de un videojuego ya manifestaban predisposición a hacerlo, pero no olvidemos que el juego puede ser el desencadenante.
Algo que recomendamos es que los padres conozcan el juego. Antes de juzgarlo que se hagan una cuenta y que jueguen con sus hijos. Que observen cómo es y que luego converse con su hijo y lleguen a un acuerdo sobre cuánto tiempo jugar etc. Pero es importante que el hijo se sienta comprendido.