En ocasiones, algunos padres llegan a la desesperación porque no saben qué hacer para que sus hijos les obedezcan. Generalmente aseguran que lo han intentado todo y que nada les ha dado resultado. De este modo, llega un momento en el que se encuentran en una situación de la que no saben salir y que suele generar tensión, gritos y enfados.
Los niños y niñas que se encuentran en los cursos de preescolar y primaria suelen pasar por una fase de rebeldía en la que buscan los límites y hasta dónde llega el poder de sus padres. Ante esto, resulta imprescindible marcarlos desde el primer momento y establecer normas que ellos deberán acatar. Lo importante es que el niño o niña se de cuenta de que ante la desobediencia habrá consecuencias.
No obstante, hay muchos padres que no quieren castigar a sus hijos y que no desean que sus hijos hagan las cosas por temor a ser castigados. Por ese motivo, a continuación, os aportamos una serie de trucos o consejos a aplicar para que los niños obedezcan sin tener que llegar a castigarlos.
- Dar ejemplo. Aunque parezca una tontería dar ejemplo es la manera más potente y eficaz para que los niños obedezcan. Por ejemplo, si le pides a tu hijo o hija que recoja la habitación, pero la tuya está desordenada también difícilmente obedecerá aquello que le dices. En cambio, si tu hijo ve tu habitación ordenada y le pides que ordene la suya probablemente querrá seguir tu consejo porque observará que tu también lo has aplicado y que, entonces, puede ser beneficioso para él también.
- Dar explicaciones. Frases como por ejemplo “porqué lo digo yo” o “tienes que hacerlo porque sí” deberían quedar en el pasado. Ante este tipo de respuestas los niños no comprenden porque deben obedecer o, mejor dicho, porque deben realizar esa acción. Por ello, es muy importante explicarles los motivos de porqué ha de hacer eso. Por ejemplo, siguiendo con el ejemplo de la habitación desordenada se le podría decir: “Mira, tienes que recoger la habitación porque si no, al entrar nos podemos tropezar con los juguetes y nos podemos caer y hacer daño”. La respuesta debe ser breve, concisa y directa para que el niño o niña la comprendas. Así, ante una respuesta de este tipo el niño comprenderá porqué debe obedecer y probablemente le será más fácil incorporar ese hábito.
- Anticiparse. El hecho de darles explicaciones de forma anticipada y no en el momento en el que el niño ha de obedecer puede ser muy útil en algunas situaciones. Es decir, habrá casos en los que será mejor dar la explicación en el momento en el que el niño ha de realizar la acción, como en el ejemplo de antes y habrá otras situaciones en que la explicación previa será más efectiva. Esto se aplica sobre todo en los casos en los que se quiera ir con el niño a algún sitio. Por ejemplo, si queremos ir con el niño a hacer la compra a la salida del colegio, por la mañana se le puede decir: “mira, por la tarde cuando acabes del colegio iremos al supermercado. Allí no puedes correr y saltar porque no es un parque”.
- Establecer rutinas. Crear hábitos es la forma más fácil de que los niños hagan algo. Así, si se crean rutinas y el niño aprende a hacer una determinada acción cada día a la misma hora es más fácil que obedezca y lo haga y que no se le olvide.
- Crear límites. Si se establecen normas y reglas desde el principio en una casa a los niños y niñas les será más fácil acatarlas.
- Ofrecer opciones. Hay niños y niñas que no necesitan la contemplación de diferentes opciones para obedecer. Sin embargo, es algo que puede ir bien a los que intentan resistirse. Siguiendo con el ejemplo de ordenar la habitación, una vez ya se le ha explicado al niño el porqué ha de hacerlo si se le ve dudar se le pueden plantear diferentes opciones para que sea él quien elija y sienta que también tiene importancia. Así, se le puede comentar “te dejo escoger, ¿qué prefieres recogerlo tu solito o que yo te ayude?
- Utilizar el refuerzo positivo. Se recomienda evitar a toda costa el castigo y en lugar de eso fomentar el refuerzo positivo. Eso significa que deberemos felicitar y halagar al niño siempre que haga una conducta que se aproxime a lo que nosotros deseamos que haga. De este modo estaremos fomentando de forma positiva que el niño llegue en algún momento a realizar esa acción y adquirir ese hábito.