Con frecuencia los niños más pequeños suelen manifestar llantos y rabietas cuando se sienten enfadados. Este tipo de conductas suelen ir desapareciendo con el tiempo, con la madurez y con el aprendizaje que el niño saca de este tipo de situaciones. No obstante, existen casos en los que el comportamiento desafiante no solo no cesa, sino que además se incrementa con el tiempo. ¿Qué podemos hacer ante esta situación?
El comportamiento desafiante
Resulta importante no confundir la conducta desafiante de los niños con el simple hecho de que no obedezcan. La diferencia entre ambas conductas está en la causa de ésta. Por un lado, a menudo hay niños a los que les cuesta obedecer pero lo hacen por cansancio, falta de motivación, prefieren hacer otra cosa, etc. Por otro lado, encontramos a niños que desobedecen pero que lo hacen con el objetivo de provocar a los padres y desafiarlos.
A los niños desafiantes, generalmente, les cuesta cumplir las normas, acatar reglas y seguir instrucciones. Cuando se les pide algo estos niños suelen negarse o incluso hacer lo contrario de lo que se les dice. A menudo manifiestan dificultades para tolerar la frustración y siempre quieren acabar haciendo lo que desean. Asimismo, suelen sentirse muy cómodos ante situaciones de conflicto y en muchas ocasiones las buscan. Cuando estos niños son pequeños suelen manifestar llantos, berrinches, rabietas y gritos en niveles de intensidad exagerados.
Causas de la conducta desafiante
No existe un único origen del comportamiento desafiante, si no que generalmente son varias las causas que lo provocan.
Por un lado, hay ciertos rasgos pertenecientes a la personalidad del niño que pueden favorecer la aparición de conductas disruptivas. Existen niños con temperamentos difíciles y con una personalidad y un carácter muy marcados. Estos rasgos son hereditarios y vienen dados desde el nacimiento del niño.
Por otro lado, encontramos que determinados estilos educativos parentales pueden fomentar actuaciones provocadoras. Con frecuencia, los padres que aplican un estilo educativo parental muy permisivo suelen tener hijos con problemas de conducta. A estos padres les cuesta poner límites, hacer cumplir las reglas y presentan dificultades para manejar el desafío de los niños.
Un aspecto a tener en cuenta es que resulta imprescindible descartar cualquier tipo de trastorno psicológico en el niño. Existen numerosos trastornos en los que los niños manifiestan conductas problemáticas y la causa no es el desafío, esto puede ocurrir en el caso del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), la depresión o el trastorno del espectro autista (TEA) entre otros.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Los comportamientos disruptivos, desobedientes y desafiantes de los niños frecuentemente saturan y enojan a los padres que acaban sin saber qué hacer al respecto. Aquí comentamos algunos consejos que pueden serles útiles ante este tipo de situaciones:
- Evitar los gritos. En muchas ocasiones, si los niños no obedecen los padres tienden a subir el tono de voz e irlo incrementando a medida que el niño no acata las órdenes. En consecuencia, los padres acaban chillando y dicha situación no conduce a nada. Tener presente que los gritos no benefician a nadie.
- Armarse de paciencia. Es comprensible que si los niños no obedecen y encima desafían los padres se pongan nerviosos y pierdan los estribos. Eso no debe ocurrir, los padres deben armarse de paciencia y actuar con tranquilidad. En este sentido, los padres deben aprender a autocontrolarse para poder dar las explicaciones pertinentes al niño y poder solucionar la situación conflictiva.
- Adiós a las luchas de poder. Evitar a toda costa las luchas de poder. Los niños desafiantes manifiestan conductas provocadoras para acaparar la autoridad, para demostrar a los padres que él o ella está por encima de ellos. Por ese motivo, jamás el niño debe obtener el control de la situación. Hay que hacerle entender que debe obedecer y que sino se aplicarán unas consecuencias determinadas que deberá acatar.
- Evitar la agresividad. Los padres deben mantener el control y no manifestar conductas violentas ya que sino es probable que el niño las repita en el futuro. Además, la agresividad solo fomenta la mala relación y la desestabilización de la estructura familiar.
- Virtudes del niño. Cuando el niño se muestra desafiante con frecuencia los padres suelen acabar cansados tanto mental como físicamente. Por ello, en muchas ocasiones acaban viendo únicamente los aspectos negativos de sus hijos. Dichos padres deben parar a pensarse en todas las virtudes que también posee su hijo para fomentarlas y reforzarlas.
Usualmente, los niños pasan por la época de las rabietas y las conductas desafiantes para más tarde dejarla atrás. Sin embargo, en ocasiones dicha conducta se mantiene en exceso o presenta unos niveles de intensidad desorbitados. En dichos casos, los padres deberían acudir a un especialista ya que si no se solventa es probable que se acabe transformando en un trastorno de conducta o en un trastorno negativista desafiante en un futuro.