La mayoría de las personas conoce o intuye que el sol aporta numerosos beneficios a nuestro organismo. Sin embargo, habitualmente no se conoce con exactitud cual es el provecho que nuestro cuerpo saca de la radiación solar.
Ahora que estamos en verano, época del año en que nos tumbamos despreocupadamente al sol, es conveniente conocer no solo los beneficios que éste nos aporta sino también los riesgos que conlleva.
Beneficios de la exposición de nuestro organismo a la radiación solar
Tomar el sol no solo es agradable, sino que es algo útil para nuestro cuerpo. Algunos de los beneficios que nos aporta son los siguientes:
- Fortalece huesos y dientes (gracias a la vitamina D que nos transmiten sus rayos).
- Mejora el aspecto de la piel. En el caso de exista psoriasis o acné el sol ayuda a combatirlo.
- Ayuda a equilibrar el colesterol (en los países en los que da más el sol la prevalencia de enfermedades cardiovasculares es menor).
- Disminuye la presión arterial (el sol es vasodilatador).
- Incrementa la hemoglobina.
- Mejora la capacidad de trabajo cardiovascular.
- Incrementa la respuesta inmunológica (reduce la presencia de infecciones respiratorias.
- Hace disminuir el riesgo de depresión. En los países con menos horas al día de sol, la prevalencia de la depresión y los índices de suicidio son más altos que en los países con buen clima y presencia de sol.
- Promueve la síntesis de la vitamina D.
Riesgos de la exposición de nuestro organismo a la radiación solar
Resulta imprescindible tener en cuenta que los riesgos que a continuación se van a exponer son consecuencias negativas de una larga exposición al sol sin protección solar.
- Quemaduras en la piel.
- Cáncer de piel y otros trastornos de la dermis.
- Envejecimiento prematuro de la piel.
- Inhibición del sistema inmunitario.
- Trastornos de la vista (al no proteger los ojos con gafas de sol, como por ejemplo cataratas).
Recomendaciones de la exposición solar en niños
A pesar de que, habitualmente, la gente piensa que los niños pueden exponerse al sol igual que los adultos eso no es así. Con los menores debemos tomar muchas más precauciones, aplicándoles protector solar varias veces a lo largo del día incluso si éstos permanecen a la sombra. Además, debe evitarse que los niños permanezcan al sol entre las 12 y las 16 horas, que es el momento del día en el que el sol pega más fuerte. No debemos olvidar que resulta importante hidratar a los niños con frecuencia.
Respecto a los bebés, bajo ningún concepto debemos exponerlos al sol si éstos tienen menos de seis meses. En el caso de que ya hayan superado los seis meses podemos exponerlos pequeños intervalos de tiempo a la radiación solar siempre y cuando les hayamos aplicado antes un protector solar.