En relación con el desarrollo evolutivo de los niños, existen hitos del desarrollo para cada una de las edades. El hecho de que el niño los alcance es indicador de un buen desarrollo tanto a nivel físico como mental.
En los bebés recién nacidos sucede exactamente lo mismo. Ellos, al no gozar de experiencia alguna en el mundo poseen una serie de instintos que los podríamos calificar de primitivos. Dichos reflejos son la herencia actual de lo que vivieron nuestros antepasados y a pesar de que la mayoría de ellos hoy en día carecen de utilidad, en un tiempo anterior al nuestro tenían su función.
Un aspecto relevante que se debe tener en cuenta es que a pesar de que la mayoría de dichos reflejos en la actualidad no tengan una función resulta imprescindible que los bebés los presenten ya que la ausencia de alguno de ellos puede denotar la presencia de algún problema neurológico. Asimismo, es importante también ir observando cómo los reflejos van desapareciendo al cabo de los meses.
A continuación quedan descritos los reflejos primitivos de los recién nacidos:
- De succión. Si se coloca la boca del bebé enfrente de un pezón o de un dedo él lo chupa y succiona enérgicamente. Éste, es uno de los pocos reflejos primitivos que poseen los bebés y que tiene una funcionalidad. El reflejo de succión está presente desde el nacimiento y a partir de los seis meses deja de ser un reflejo para convertirse en un acto voluntario.
- De presión palmar. Cuando algo roza la mano del bebé, éste lo agarra con fuerza. Este es un reflejo muy antiguo que permite al bebé agarrarse firmemente a algo. Se da desde el nacimiento y desaparece cumplidos los seis meses.
- De arrastre. Cuando se coloca al bebé encima de la barriga de la madre éste mueve las piernas con la intención de arrastrarse sobre ella.
- De paracaídas. Si se coge al bebé por los costados y se le inclina velozmente hacia delante él abrirá los brazos, como si instintivamente ante una caída él quisiera agarrarse. EL reflejo de paracaídas dura desde los tres hasta los doce meses.
- Reflejo de moro. Si se coloca al bebé para que esté sentado y se le deja caer hacia atrás de repente el bebé con un acto reflejo abre los brazos, luego los tiende hacia delante y, habitualmente, comienza a llorar. Dicho reflejo se da alrededor del cuarto mes.
- De búsqueda. Cuando rozamos al bebé por la zona de la mejilla o en la comisura de los labios con los dedos o con el pecho él instintivamente gira la cabeza en busca de alimento. Este reflejo lo presentan los bebés desde el primer día hasta el cuarto mes ya que más tarde gira la cabeza al reconocer el olor y el tacto.
- Reflejo tónico del cuello. Cuando el bebé esté tumbado, si giramos su cabeza hacia un lado él, de forma automática estira el brazo de ese lado y dobla el brazo contrario. Este reflejo en ocasiones se denomina reflejo de espadachín por la curiosa postura que adopta el recién nacido. Comienza en el nacimiento y se da hasta el tercer mes.
- De la marcha. Si se sujeta al bebé por ambos costados (por las axilas) y se le coloca con los pies encima de una superficie, él de forma automática comenzará a andar. El bebé comenzará a mover los pies y podrán observarse como da algunos pasos. Este reflejo se da desde el momento de nacer y desaparece en el segundo mes de vida. Este reflejo no parece guardar relación con la capacidad de andar en un futuro.
- De presión plantar. Si presionamos levemente la planta del pie del bebé éste moverá los dedos y los apretará hacia dentro. Dicho reflejo se manifiesta desde el nacimiento del niño hasta los diez meses aproximadamente.