Un aspecto que la mayoría de la población tiene claro es que el coronavirus (COVID-19) ha cambiado radicalmente nuestras vidas y nuestro entorno personal, social y laboral. De un día para otro la transformación que ha sufrido nuestro alrededor ha sido drástica, provocando sentimientos de intranquilidad e inseguridad entre las personas. De este modo, el hecho de tener conocimiento acerca de que el virus del coronavirus es una amenaza para el organismo humano provoca sentimientos de miedo y ansiedad. Todos estos factores pueden provocar que debido a esta crisis sanitaria mundial las personas desarrollen hipocondría.
¿Qué es la hipocondría?
Se trata de una patología mental en la que la persona presenta una preocupación constante y obsesiva por su bienestar y su propia salud. Así, las personas que sufren este trastorno tienen tendencia a exagerar los sufrimientos y síntomas que pueden ser reales o pueden formar parte de su imaginación.
La actual clasificación de los trastornos psiquiátricos denomina a la habitualmente conocida hipocondría, trastorno de ansiedad por enfermedad (DSM-5). Las personas que sufren este trastorno generalmente tienen el convencimiento de estar contrayendo alguna enfermedad. Eso sucede porque perciben pequeñas alteraciones o sensaciones como signos irrefutables de trastornos graves.
La hipocondría suele aparecer entre los 20 y los 30 años y dichas personas suelen intentar ocultar lo que les sucede sobre todo a la gente con la que no tienen confianza. En cambio, con familiares y amigos cercanos lo que buscan siempre es la seguridad, que les tranquilicen y que les aseguren que no tienen ninguna enfermedad. Aunque parezca algo mezquino hay que intentar no seguirles la corriente e ignorar estas búsquedas de tranquilidad.
Origen de la hipocondría
Las investigaciones han demostrado que solo en un 35% de los casos el origen es genético. En el resto de los casos el trastorno aparece relacionado con situaciones vividas por ellos mismos o por seres queridos relacionadas con el ámbito de la salud. Por ejemplo, haber perdido un familiar por alguna enfermedad o vivir una experiencia traumática relacionada con la salud. De este modo, lo que se dice en los medios de información ya sea a través de las redes sociales como de las noticias afectan en un grado notable a las personas hipocondríacas.
Hipocondría y Coronavirus
Por todo lo descrito hasta el momento existe la creencia de que un evento tan catastrófico como la pandemia por Coronavirus y tan estrechamente relacionado con la salud puede agravar los casos ya existentes de hipocondría y puede influir en la aparición de nuevos casos. Tal y como hemos comentado en el apartado de origen de la hipocondría hay un 38% de los casos en los que el origen es genético, pero en el resto de los casos la aparición se debe a la experiencia de una situación amenazante para la salud como la que estamos viviendo en la actualidad.
Otro aspecto que es necesario destacar es que hay personas a las que sí se les puede hacer el diagnóstico de hipocondría porque cumplen todos los criterios del trastorno. No obstante, también pueden existir personas que cumplan algunos de estos criterios. Es decir, la hipocondría no se mueve en una escala dicotómica de blanco o negro (la tienes o no la tienes), sino que se mueve en una escala de grises (puedes tener rasgos de personalidad que tienden más hacia la hipocondría o cumplir algunos de los criterios). Por ese motivo, puede que durante esta época que vivimos de pandemia sanitaria surjan nuevos casos de hipocondría o que existan personas que desarrollen algunos de los síntomas que la caracterizan.
También hay que destacar que presentar síntomas de hipocondría durante una crisis sanitaria mundial no tiene porque ser algo malo, sino que en ocasiones es adaptativo. Solo se convierte en algo perjudicial para la persona cuando la preocupación es excesiva y se mantiene a lo largo del tiempo (si se mantuviera una vez pasada la pandemia de coronavirus, por ejemplo).
Algunos de los síntomas de la hipocondría en tiempos de Coronavirus son los siguientes:
- Estar 24 horas al día pendiente de las noticias y de la información que proporcionan los medios.
- Tomarse la temperatura con demasiada frecuencia.
- No querer salir de casa ni para hacer cosas esenciales (comprar, por ejemplo).
- Lavarse las manos hasta que salen heridas.
- Decir a las personas del entorno cercano que tienen coronavirus o que lo van a coger y necesitar una respuesta de tranquilidad por parte del resto para disminuir la ansiedad.
Transmisión de la hipocondría a los hijos
Algo que hay que tener en cuenta es que al igual que otros trastornos de ansiedad (por ejemplo, las fobias) la hipocondría puede transmitirse a los hijos. La transmisión puede ser no solo genética, sino que también puede darse a través del aprendizaje. Los niños y niñas son como esponjas y absorben conocimiento de todo aquello que observan. Por ese motivo, si un niño o niña observa que alguno de sus progenitores está constantemente preocupándose de su salud aprenderá que él o ella también debe hacerlo. Si el hijo o hija constata que el progenitor siempre tiene la necesidad de reconfirmar con los demás sus preocupaciones y que está constantemente observando su cuerpo hará exactamente lo mismo. Este fenómeno también se denomina contagio emocional.
Por todo lo explicado es importante que, aunque una persona tenga hipocondría intente evitar mostrar sus síntomas delante de los hijos. Otra cosa que puede hacerse al respecto es que el progenitor no afecto compense la conducta del afecto. Es decir, que el padre que no padece hipocondría intente explicar a los hijos que esa conducta no es necesaria y que no hay que preocuparse tanto (que los hijos comprendan que la actitud y comportamiento del padre afecto no es el normal y no le genera nada beneficioso).
Consejos para personas hipocondrías durante el confinamiento
A continuación, proporcionamos algunos consejos para personas que sufren hipocondría o algunos de sus síntomas durante la época de confinamiento en la que nos encontramos:
- Practicar ejercicio y mantenerse activo.
- Evitar la sobreinformación: intentar no mantenerse informado las 24 horas del día, es decir, dejar a un lado las redes sociales y los medios de comunicación.
- Desviar el foco de atención. Buscar actividades para distraerse como cocinar, jugar a juegos de mesa, etc.
- Practicar técnicas de relajación, de disminución de la ansiedad o mindfulness.
- Seguir las recomendaciones sanitarias y no ir más allá de lo que manden los profesionales sanitarios.
- Valorar las cosas positivas que nos deja esta crisis sanitaria.
- Olvidar el termómetro.