Las personas humanas somos seres sociales por naturaleza. Cada una de nosotras llevamos en nuestro ADN el interés por la socialización y por las demás personas. Así, desde tiempos inmemorables las personas viven en sociedad y se encuentran constantemente interaccionando con otras personas.
La forma de interaccionar de cada persona puede ser muy distinta pero, por lo general, se organizan en tres grandes estilos:
- Estilo Pasivo. Las personas que interaccionan de forma pasiva, habitualmente, no son capaces de expresar sus sentimientos u opiniones. Por lo general son personas con baja autoestima o bastante inseguras de si mismas. Tienden a evitar el contacto ocular dirigiendo la mirada al suelo.
- Estilo Asertivo. Las personas con un estilo comunicativo asertivo tiende a tener una alta autoestima y seguridad en sí misma. Eso, le permite transmitir y dar a conocer sus deseos y opiniones de forma tranquila. Además, suele tratarse de personas proactivas que hacen propuestas. No suelen dar órdenes a los demás, sino que sugieren las cosas y buscan el mejor modo de decir las cosas sin molestar u ofender a alguien.
- Estilo Agresivo. Las personas con un estilo comunicativo agresivo tienden a no respetar los derechos de los demás, así, interaccionan sin importarles la ofensa o la posible molestia por parte de las demás personas. Estas personas tienden a interesarse únicamente por sus cosas y a pensar únicamente en su favor ante cualquier situación. Por ese motivo, en muchas ocasiones manipulan a la gente y les dañan con tal de llegar a sus objetivos.
El estilo comunicativo más sano psicológicamente hablando es el estilo asertivo. Ser asertivos significa tener la habilidad para expresar cualquier sentimiento, pensamiento o preocupación que se nos pasa por la cabeza en un determinado momento de forma adecuada y sin dañar a los demás. Concretamente, ser asertivo consiste en comunicar de forma honesta, sincera y expresiva cualquier cosa que pensemos sin perjudicar a los demás.
Dentro del estilo comunicativo asertivo, existen 4 patrones específicos:
- La capacidad para decir “no” ante determinadas situaciones.
- La capacidad de pedir favores a los demás.
- La capacidad para reconocer y expresar sentimientos y emociones positivas y negativas.
- La capacidad para iniciar, continuar y finalizar conversaciones.